Una conversación cualquiera sobre una escapada, alquiler de coche y casas rurales y, a las pocas horas, Instagram mostrando ofertas que encajan al milímetro. La sospecha aparece sola: “¿me están oyendo?”. Ese runrún lleva años circulando entre sobremesas y foros.
La compañía matriz, Meta, lo ha negado repetidamente y ahora Adam Mosseri, CEO de Instagram, vuelve a la carga con un vídeo en el que afirma que no hay escuchas. La explicación llega justo cuando Meta anuncia que las charlas con su asistente de IA también influirán en anuncios y recomendaciones, un cambio que, por ahora, no se aplicará en la Unión Europea.
Adam Mosseri niega el mito del micrófono en Instagram

Con un tono directo, Mosseri sostiene que Instagram no activa el micrófono para espiar lo que decimos. Según él, hacerlo sería una vulneración grave de la privacidad, además de inviable a nivel técnico por el consumo de batería y los avisos que mostrarían los sistemas del teléfono.
Para explicar por qué vemos anuncios que parecen encajar con conversaciones recientes, propone cuatro escenarios muy corrientes: quizá ya buscamos algo relacionado y lo olvidamos; tal vez alguien cercano interactuó con ese tema y el algoritmo lo interpretó como relevante; puede que hayamos visto ese anuncio antes sin prestarle atención; o, simplemente, se trata de una coincidencia.
“No os escuchamos. No usamos el micrófono del teléfono para espiar. Si lo hiciéramos, lo notaríais por la batería y por los indicadores del sistema”, viene a decir Mosseri en su aclaración pública.
El directivo admite que habrá quien siga desconfiando, pero insiste en que la plataforma se basa en señales de actividad y afinidades, no en grabaciones secretas. Es, en definitiva, una mezcla de nuestro rastro digital, el comportamiento de personas parecidas y la estadística.
Evidencia técnica y precedentes públicos

Meta lleva años negándolo en público: en 2016 la compañía descartó estas prácticas y en 2018 Mark Zuckerberg respondió con un “no” rotundo cuando el Senado de EE. UU. le preguntó si usaban el micrófono para orientar publicidad.
La academia también ha buscado pruebas. Un equipo de Northeastern University analizó miles de apps de Android —incluidas las de Facebook— y no detectó evidencias de que activaran el micrófono sin conocimiento del usuario. Identificaron otras vías de recopilación de datos, pero no escuchas encubiertas.
En lo técnico, tanto iOS como Android requieren permisos explícitos para acceder al micrófono y muestran indicadores visibles cuando está en uso. Mantener una escucha constante sin dejar rastro sería difícil de ocultar, además de insostenible por consumo energético en el día a día.
Con este panorama, la hipótesis de la “oreja siempre encendida” choca con las salvaguardas del sistema, los costes prácticos y las comprobaciones independientes publicadas hasta la fecha.
Publicidad hiperprecisa, desconfianza y el papel de la IA

La persistencia del mito se entiende mejor en contexto: la publicidad dirigida es tan afinada que cuesta creer que no haya un micrófono detrás. A esto se suma el historial de polémicas de Meta en materia de privacidad, con escándalos que han minado la confianza de parte de la audiencia.
Para añadir complejidad, Meta ha comunicado que a partir de determinadas fechas las conversaciones con su asistente de IA podrán emplearse para personalizar anuncios y recomendaciones. La medida no se desplegará, de momento, en la Unión Europea, pero el solapamiento temporal del anuncio con la aclaración de Mosseri no ha pasado desapercibido.
Técnicamente no es lo mismo que “escuchar” conversaciones privadas: aquí hablamos de interacciones voluntarias con un asistente dentro de las apps de Meta. Aun así, para el usuario medio la frontera puede resultar difusa y alimentar la sensación de vigilancia constante.
La credibilidad, por tanto, no se recupera solo con un vídeo. Hacen falta explicaciones claras, controles visibles y transparencia sostenida en el tiempo para que la experiencia publicitaria deje de percibirse como algo opaco o intrusivo.
Entre desmentidos oficiales, evidencia técnica y estudios, y al mismo tiempo cambios en la personalización impulsados por IA, el debate seguirá vivo: hoy por hoy no hay pruebas de escuchas encubiertas en Instagram, pero la precisión de los anuncios y el pasado de la empresa siguen empujando a muchos a desconfiar.