
Europa da un paso decidido para no quedarse atrás en la carrera del espacio, con una alianza industrial que busca competir de tú a tú con la constelación de SpaceX. El plan pasa por que Airbus, Thales y Leonardo unan sus divisiones satelitales y servicios asociados para crear un actor europeo de primer nivel capaz de plantar cara a Starlink en órbita baja.
Más allá del pulso tecnológico, el movimiento tiene un fuerte componente estratégico: reforzar la soberanÃa digital y la autonomÃa de la región en comunicaciones, defensa y observación terrestre. La nueva compañÃa aspira a comenzar a operar en 2027, siempre que supere el visto bueno de gobiernos clave y el escrutinio de los reguladores de la UE.
Una fusión histórica para competir en órbita baja
La decisión de agrupar capacidades llega tras meses de negociaciones y responde a un mercado que ha cambiado de arriba abajo con la irrupción de constelaciones en LEO. El proyecto, conocido internamente como Proyecto Bromo, se inspira en modelos de cooperación europeos exitosos en defensa para acelerar la respuesta industrial frente a competidores muy ágiles.
Durante años, los fabricantes europeos destacaron en satélites complejos de órbita geoestacionaria, pero el salto a constelaciones masivas y baratas en órbita baja ha impuesto nuevas reglas. Starlink supera ya los 6.000 satélites y continúa desplegando capacidad con un ritmo que obliga a Europa a coordinarse si quiere mantener peso en conectividad global.
El perÃmetro de la fusión se concibe con un equilibrio polÃtico e industrial para que ningún paÃs concentre todo el poder. Esta huella repartida pretende blindar el liderazgo europeo y sumar escala sin desatender los intereses de Francia, Italia, Alemania o Reino Unido en el tablero espacial.
Reparto accionarial, gobernanza y calendario
El control de la nueva entidad se distribuirá de forma casi equitativa: Airbus tendrÃa el 35%, mientras que Thales y Leonardo contarÃan con un 32,5% cada una. Se aplicará un régimen de control conjunto con una estructura de gobierno equilibrada para garantizar decisiones ágiles y consenso en las grandes inversiones.
Para que el plan eche a andar, se requiere el respaldo de los gobiernos de Francia, Italia, Reino Unido y Alemania, además del análisis de competencia de la Unión Europea. Estos pasos regulatorios serán determinantes para fijar el perÃmetro final y el ritmo de integración de negocios y plantillas.
Si se cumplen los plazos, la compañÃa resultante iniciarÃa operaciones en 2027. Fuentes del sector apuntan que, pese a obstáculos de gobernanza y valoración durante el verano, las partes cerraron un principio de acuerdo que permite avanzar con el diseño corporativo y el plan industrial.
Empleo, sinergias y negocios integrados

La nueva empresa sumará alrededor de 25.000 profesionales en toda Europa y, tomando como referencia cifras recientes, alcanzarÃa unos 6.500 millones de euros en ingresos anuales. El tamaño busca dar músculo para competir en precio, plazos y capacidad de fabricación en serie.
Las compañÃas prevén sinergias operativas relevantes, con mejoras de resultados de tres dÃgitos en millones de euros una vez madure la integración, a partir de cinco años. La escala y la estandarización serán claves para consolidar un porfolio competitivo en satélites de nueva generación y servicios asociados.
El perÃmetro incluirá las actividades de Thales Alenia Space y Telespazio (las joint ventures de Thales y Leonardo), asà como negocios espaciales y digitales de Airbus, el resto de activos espaciales de Leonardo y la unidad Thales SESO. Se trata de concentrar capacidades de fabricación y servicios de comunicaciones, observación y defensa bajo un mismo paraguas.
En el plano laboral, las empresas ya habÃan acometido un recorte combinado de unos 3.000 puestos en el segmento espacial. En esta fase no se han anunciado nuevos ajustes, y se consultará a los sindicatos a medida que avance el proyecto, siempre con el objetivo de preservar talento crÃtico en Europa.
Objetivo: soberanÃa europea y menos dependencia de Starlink
La motivación de fondo es clara: reducir la dependencia de redes externas para asegurar conectividad resiliente en el continente. Una constelación europea robusta reforzarÃa la seguridad de suministro y apoyarÃa polÃticas públicas en conectividad rural, servicios crÃticos y respuesta ante emergencias.
Además de comunicaciones, esta arquitectura espacial servirÃa como plataforma para defensa, seguridad y navegación, reduciendo vulnerabilidades ante tensiones internacionales o bloqueos comerciales. La autonomÃa tecnológica gana peso en un contexto de mercados más inestables y cadenas de suministro tensas.
En lo tecnológico, el consorcio quiere acelerar desarrollos en órbita baja y transmisión, donde la brecha con Estados Unidos y China se ha ensanchado. El despliegue de nuevas generaciones como los satélites Starlink V3 eleva el listón de capacidad y coste por gigabit, exigiendo a Europa más agilidad industrial.
El éxito de la operación dependerá de ajustar culturas corporativas diferentes, priorizar inversiones y ejecutar con rapidez. Si la integración cuaja, la región podrÃa reposicionarse en la economÃa espacial y ganar voz propia frente a redes privadas globales, tanto en el mercado civil como en el gubernamental.
Con el proyecto encarrilado y un calendario exigente, la alianza Airbus‑Thales‑Leonardo aspira a dotar a Europa de escala y velocidad para competir con Starlink, combinando gobernanza equilibrada, sinergias operativas y foco en soberanÃa como pilares para el nuevo ciclo espacial.