El Señor de los Anillos: La Guerra de los Rohirrim acaba de estrenarse este pasado fin de semana en los cines y la recepción dista mucho de ser la esperada. Esta película de animación que expande el universo creado por J.R.R. Tolkien está ambientada mucho antes de los eventos de la trilogía original, profundizando en la historia del rey Helm Hammerhand de Rohan y su enfrentamiento con los Dunlendinos. La producción ha marcado un hito al ser la primera incursión de este universo en el cine de animación japonesa pero parece no haber sido suficiente para convencer a los fans.
La trama de la película está situada 183 años antes de los acontecimientos de El Señor de los Anillos, en un momento de gran crisis para el reino de Rohan. Helm Hammerhand, el legendario rey de los Rohirrim, enfrenta una feroz invasión liderada por Wulf, hijo de Freca, un astuto señor Dunlendino que busca vengar la muerte de su padre. Este conflicto conducirá a la batalla épica que dará nombre al icónico Abismo de Helm, explorado más tarde en «Las Dos Torres».
Un nuevo enfoque narrativo y visual
La película apuesta por la animación estilo anime, bajo la dirección de Kenji Kamiyama, conocido por su trabajo en Ghost in the Shell: Stand Alone Complex. Este enfoque aporta sin duda una perspectiva diferente al universo de Tolkien, combinando las influencias de Kurosawa con la épica tolkieniana. Además, se han utilizado técnicas de animación 2D junto con captura de movimiento para lograr una experiencia más impactante.
El guión de La Guerra de los Rohirrim ha sido desarrollado por Jeffrey Addiss, Will Matthews y Philippa Boyens, quien trabajó también en las trilogías de Peter Jackson. Boyens explica que uno de los objetivos principales era crear una historia que pudiera sostenerse de forma independiente, sin depender de elementos clásicos como los Anillos de Poder o Sauron. Este enfoque permite explorar así personajes y eventos menos conocidos, pero igualmente interesantes, dentro del universo de Tolkien.
Uno de los elementos más innovadores de la película es la inclusión de Héra, hija del rey Helm. Aunque Tolkien apenas la mencionó en sus escritos, los guionistas han decidido darle un papel central, convirtiéndola en un personaje con propósito y personalidad propios.
Conexiones y fidelidad al lore
La Guerra de los Rohirrim está basada en el Apéndice A de «El Retorno del Rey», específicamente en el apartado «La Casa de Eorl». Aunque Warner Bros. y New Line Cinema se han tomado ciertas licencias creativas, la película mantiene una alta fidelidad al universo de Tolkien, incluso colaborando con ilustradores como Alan Lee y John Howe para garantizar la coherencia visual.
El filme también destaca por recrear locaciones icónicas con un nivel de detalle impresionante. Edoras, Cuernavilla y otros lugares importantes del reino de Rohan cobran vida en la animación, conectando directamente con las películas de Peter Jackson. Además, la banda sonora, que incluye la participación del legendario Howard Shore, refuerza este lazo con el legado cinematográfico de El Señor de los Anillos.
Eso sí, aunque la cinta forma parte del canon de Tolkien, puede disfrutarse como una historia independiente. Al situarse dos siglos antes de los eventos principales, no es necesario haber visto las trilogías anteriores para comprender la trama, solo que los fans notarán las referencias y guiños al material original.
Esto convertía a la película en una puerta de entrada ideal al universo de Tolkien para nuevos espectadores, al tiempo que amplía el lore para los más veteranos. Sin embargo, el público no ha pensado igual. Desde que llegara a la taquilla, la propuesta animada solo ha conseguido recaudar 2 millones de dólares, lo que supone una cifra bajísima -vamos, un auténtico desastre- para una cinta de este calibre.
Esta película no solo representaba una nueva etapa en la expansión del universo cinematográfico de El Señor de los Anillos; también intentaba reafirmar el potencial de explorar historias menos conocidas que, aunque breves en los libros, están llenas de posibilidades para la gran pantalla. Lástima que el público no lo hay visto así.