Desde que Mark Zuckerberg pronunciara a finales del año pasado la palabra «metaverso», prácticamente todos los seres humanos del planeta la han pronunciado alguna vez. No hay artículo de tecnología, realidad virtual o inteligencia artificial que no haga referencia a ese universo paralelo, virtual y digital en el que dicen que viviremos dentro de algunos años. Una especie de distopía en vida a la que muchos gurús nos ven abocados, queramos o no.
Descentralizado y sin ‘gran hermano’
El problema de esa estampida que se ha producido para conquistar el metaverso, es que nos ha traído a muchas las empresas que anhelan hacerse con él. No existe ninguna corporación que no quiera ser la que mande y por eso en los próximos tiempos veremos «apuestas decididas» que intentarán llevarse la mayor cantidad de usuarios posible para transformarse en la dueña de ese universo virtual. Pero, ¿y si las cosas no salen como quieren y lo que los usuarios buscan es un entorno descentralizado?
Eso es precisamente por lo que apuesta Decentralland, por ser un universo donde no haya unas reglas marcadas por una compañía que decida qué podemos hacer y qué podemos comprar. La clave de este desarrollo que lleva ya dos años entre nosotros, es que se ejecuta a través de la blockchain de Ethereum (para almacenar la información y mantener los registros de las propiedades a través de NFT) y ofrece total libertad a los usuarios, no solo para comprar parcelas (llamadas LAND) o bienes con una criptomoneda (MANA), sino que va un paso más allá al facilitar herramientas de creación para nosotros mismos podamos rentabilizar nuestro trabajo.
¿Qué le diferencia del resto?
Lo que está provocando que Decentraland esté calando entre los usuarios es que está supervisada por una organización si ánimo de lucro como es Decentraland Foundation, y lo que hacen los jugadores no atiende a una agenda previamente impuesta por nadie. Simplemente son todos los que participan los que se van organizando y adaptándose a las necesidades de la comunidad. Gracias a esa posibilidad de fabricar en ese universo, han aparecido empresas que te construyen una casa o que generan servicios para los que hacen falta empleados de verdad, dentro del entorno virtual. Es el caso de la propia Decentraland, que publicó el año pasado una oferta de empleo buscando a un «casino host» que incluía un sueldo pagado en MANA.
Esa capacidad de creación de objetos o servicios que pueden comprarse o venderse en ese metaverso permite una comercial real entre usuarios, sin la participación de un intermediario que limite lo que hacemos y que, llegado el caso en un futuro podría quebrar, cerrar sus puertas y llevarse lo gastado con ellos. Aquí es la comunidad la que viene a gestionarse, como una sociedad en la que actúan factores como la oferta y la demanda, no solo de precios de los productos, sino también de los trabajos, de las tendencias, las modas y que termina por equilibrarse de manera natural como ocurre en una sociedad real.
Esta característica es la que está llevando a cada vez más usuarios a probar esta experiencia virtual que se toma en serio el metaverso, no como una forma de ganar dinero a través de una burbuja que veremos cuánto dura, sino como una experiencia progresiva, descentralizada, segura y que se gestiona a través de las decisiones que toman todos los participantes.