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Sony lleva la criptografía a los usuarios profesionales
Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Pero eso cambió radicalmente en el momento en el que una imagen se puede manipular casi sin dejar rastro. Desde que la fotografía digital llegó al gran público, se ha hecho todo lo posible por evitar el robo y la manipulación de imágenes. Una solución que muchos hemos usado alguna vez es la famosa marca de agua, que acabó en desgracia cuando Photoshop fue dotado de inteligencia artificial y aprendió a reconstruir imágenes en base al contexto.
¿Se podrían solucionar estos dos problemas con una sola medida? Sony cree que sí, y para ello ha presentado una solución criptográfica. La idea de los japoneses es proteger los archivos originales que vamos creando directamente en la cámara. Tal y como pulsemos el obturador, el fichero obtendrá una firma digital ligada a la cámara. En el momento en el que dicha imagen sea manipulada, la firma se perderá. En caso de denuncia, será realmente fácil demostrar qué imagen es la original, pues el autor de esta tendrá la versión certificada.
Esta característica por el momento será única de la cámara Sony A7 IV, aunque la firma ya ha anunciado que llegará a otros modelos. La operación se hará directamente en en el procesador, evitando así que el proceso pueda ser intervenido para ser adulterado.
¿Para qué usuarios es esta característica?
Evidentemente, esta tecnología no está diseñada para evitar que te roben una foto de Instagram. Está más bien pensada para todos esos clientes que utilizan cámaras Sony y que manejan información sensible. En otras palabras, profesionales que no se pueden permitir que sus imágenes sean sustraídas o adulteradas sin su permiso. Estamos hablando de usos médicos, militares, policiales o incluso forenses, en el que una imagen puede ser clave en un proceso judicial. Gracias a esta nueva tecnología, comprobar si una fotografía ha sido modificada será extremadamente fácil.
¿No servía para esto el RAW?
En cierta medida, sí. Las imágenes RAW que generan las cámaras digitales son archivos de solo lectura, y no se pueden manipular. Una cámara bien configurada imprime en el RAW datos como el autor o la fecha de creación, y esa imagen no se puede editar.
El único problema que hay con los archivos RAW es que son imágenes sin procesar. A la hora de presentarlas a nivel profesional, tendremos que pasar sí o sí por un programa de edición de imagen. Por tanto, a menos que tengamos a mano el RAW para comparar, resulta complicado detectar una manipulación en el archivo final. Por ese motivo, en los concursos de fotografía más prestigiosos, los fotógrafos que participan están obligados a enviar los archivos RAW de sus obras. Con esta nueva tecnología, se podrá demostrar la autenticidad de una imagen esté o no en ese formato.
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