Crean la primera mano robótica que suda como las de Broncano

El cuerpo humano es una máquina perfecta. Toda y cada una de las partes que lo forman tienen una razón y una función, incluidas las reacciones, como por ejemplo el sudor, así que es normal que los científicos e ingenieros de robótica tengan al cuerpo humano como la base fundamental a la hora de crear el robot perfecto. Así que, ¿y si lo robots sudasen? ¿Qué ventaja se conseguiría con esto?

El primer robot que suda

Los investigadores de la Universidad de Cornell lo tenían claro. Los humanos disponemos de un mecanismo interno encargado de regular la temperatura del cuerpo que se encarga de segregar un líquido por las glándulas sudoríparas. Sí, cuando sudamos lo que estamos haciendo en realidad es activar un sistema de refrigeración personal llamado transpiración, que normalmente se activa en ambientes de temperatura alta, momentos de ejercicio físico intenso, también de estrés, etc.

Teniendo en cuenta el concepto de refrigeración y regulación térmica, los científicos pensaron que esto sería la solución ideal a unos de sus principales problemas: el calentamiento de los sistemas robóticos. El calor es uno de los mayores problemas en cualquier pieza mecánica compuesta por motores o cualquier componente electrónico. Si la temperatura se eleva demasiado, los sistemas dejan de funcionar, y esto es algo que se reproduce especialmente en robots fabricados con materiales ligeros y plásticos, ya que, al no contar con un chasis metálico, no son capaces de disipar el calor, por lo que consiguen el efecto contrario.

Imitando el sudor de los humanos

Por esa razón los científicos, intentando imitar las glándulas sudoríparas de los mamíferos, han creado un nanopolímero capaz realizar un proceso de sudoración que permita refrigerar los sistemas sin problemas. Con la ayuda de impresión 3D, han logrado crear piezas plásticas de hidrogel capaces de comprimirse a temperaturas superiores a los 30 grados. Cuando el material encoje, libera el agua a través de unos microporos (de la misma manera que una esponja suelta el agua acumulada cuando la exprimimos), y cuando la temperatura baja de los 30 grados, el material se relaja y los poros se cierran.

Las pruebas han demostrado que la expulsión de agua con su correspondiente evaporación permite reducir la temperatura de los sistemas 21 grados en sólo 30 segundos, algo que curiosamente es tres veces más eficaz que en los humanos. Los robots han vuelto a ganar una vez más.

No todo son ventajas, pero es un comienzo

El problema está en que el sistema conlleva una serie de inconvenientes y requisitos propios de una nueva técnica. El hidrogel necesita ser “recargado” periódicamente por cuestiones obvias. Al contrario que el perfecto humano, el robot no es capaz de segregar el sudor por su cuenta, por lo que los científicos deben de refrescar manualmente el material para disponer de reservas de sudor constantemente.

Esto implica también que determinadas aplicaciones que requieran precisión extrema se vena afectadas, ya que si los robots se caracterizan por movimientos y agarres perfectos, este sudor artificial les impediría, por ejemplo, sostener objetos con fiabilidad.

Curiosamente, los robots serían más humanos que nunca.


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