Juegos que arruinan la diversión: la esclavitud de los micropagos

Diablo Immortal.

A lo largo de la última década ha proliferado un nuevo tipo de contenido dentro de los juegos que es el de los llamados micropagos. Es decir, pequeñas cantidades de dinero que muchas veces no llegan a un par o tres de euros, y por las que podemos conseguir un elemento esencial (o no) dentro de un videojuego. Ya sea un recurso, unas monedas, varios personajes, armas, elementos estéticos, escenarios o lo que sea que el desarrollador haya imaginado que nos interesa tener y por lo que podríamos estar dispuestos a pagar.

5 Juegos que te quitaron la ilusión

El resultado de esas prácticas es que los videojuegos han dejado de costar solo los 70 u 80 euros de su full price, que dicen las compañías, sino que estas cantidades se disparan mucho más allá hasta los 100, 150, 200 o más. Todo dependerá de lo mucho que estemos dispuestos a exprimir la cartera y a lo diabólicos que hayan sido los programadores para complicar las cosas dentro de una progresión normal de la partida que termine por empujarnos a visitar la tienda más de lo que nos gustaría.

Además, si nos hemos decidido a querer confeccionar esta pequeña lista de juegos que nos quitaron la ilusión por divertirnos a base de micropagos ha sido tras conocerse que, en apenas ocho semanas, Diablo Immortal ha alcanzado los 100 millones de dólares de ingresos gracias a esos ítems que lo inundan todo, y de los que la comunidad se ha quejado amargamente tras comprobar que Blizzard había transformado su legendaria franquicia en una descarada máquina expendedora.

Así que si os parece, vamos a recordar cinco casos que fueron (o son) especialmente sangrantes:

Farmville

Farmville.

Fue en el año 2009 cuando al calor de la llegada de los smartphones, una empresa ideó lo que podríamos considerar como unos de los primeros free 2 play que, con el paso de los años, todos sabemos que significa realmente pay 2 win. Con aquel inocente desarrollo en el que creábamos granjas y recogíamos la cosecha, nos dimos cuenta de lo importante de los micropagos enfocados a la adquisición de tiempo (también tomates, coliflores, árbolitos, animales, etc.) para seguir recogiendo materias primas dentro del juego. Todo lo divertido que era moría al instante cuando nos obligaba a tener que estar parados varias horas… salvo si pagábamos.

FIFA

FIFA.

Sin duda que la saga FIFA tiene que aparecer por méritos propios porque toda la parte de su famoso FUT (FIFA Ultimate Team) está ideada para que los chavales no paren de comprarse sobre con estos cromos que nos permiten confeccionar equipos de ensueño, con futbolistas de todas las épocas y que más tarde nos dan la oportunidad de competir a un mayor nivel en los encuentros online. ¿Quién no ha pagado para ver si le sale Ronaldo Nazario?

Call of Duty Modern Warfare Remaster

COD Modern Warfare Remastered.

Activision también se ha subido al carro de los micropagos aunque con algo más de decoro que muchas otras compañías. Aunque hubo un instante que levantó a la comunidad en armas cuando un pack de mapas para la versión remasterizada, «Variety map pack», se puso a 15 euros de precio frente a los 10 que costaba en el juego sin remasterizar. Encima, para mayor indignación de los jugadores, ese paquete llegó a los usuarios de PC completamente gratis a través de la versión original de Call of Duty Modern Warfare que todavía seguia funcionando.

Hearthstone

Hearthstone.

Sin duda, se trata del laboratorio que ha llevado a Blizzard a lanzar Diablo Immortal. Un juego de cartas basado en World of Warcraft que no solo ha recaudado cientos de millones de euros en estos últimos años, sino que ha sembrado sus menús de todo un rosario de micropagos que están enfocados a que pasemos por caja sin siquiera tentarnos a buscar recompensas jugando. Y es que hasta los DLC se comercializan en formato sobres de cartas y no como packs de inicio con un mazo básico a partir del que mejorar.

Star Wars Battlefront II

SW Battlefront 2.

Ha quedado en la memoria como el ejemplo claro de lo que significa arruinar la diversión y la experiencia de juego cuando se diseña el meta buscando que los jugadores pasen por caja sí o sí. La progresión y las recompensan obligaban a los gamers a tener que invertir infinidad de horas, con la clara intención de empujarlos hacia la tienda para que se dejaran los euros. Presionada por la comunidad, Electronic Arts dio marcha atrás, aunque el enfado y el escándalo fue tan grande que ese fue el punto de inicio de muchas legislaciones en distintos países para poner coto a las llamadas «cajas de botín».


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