Por qué Max Payne merecía una remasterización

Max Payne.

Seguramente no exista en el mundo un nombre dentro del mundo de los videojuegos que nos diga tanto como es el de Max Payne. Un juego lanzado en el año 2001 que causó sensación por algunas ideas que traía pero, sobre todo, por la impactante narrativa de una historia oscura en los bajos fondos de una gran ciudad. Un personaje al que, desgraciadamente, más tarde no le dejarían saborear las mieles del éxito. ¿Sabéis por qué?

Dos juegos para morir matando

Entre 2001 y 2003 llegaron al mercado dos juegos extraordinarios que, de alguna manera, podríamos decir que marcan un antes y un después para muchos jugadores. Max Payne es, para los que no lo sepan, el creador de eso que se ha dado en llamar en muchos títulos como tiempo bala, una técnica a través de la cual nuestro protagonista puede ralentizar el tiempo y actuar con cierta ventaja sobre los enemigos, reaccionando rápidamente ante cualquier proyectil que aparezca en pantalla.

Pero no solo por ese aspecto es recordado, también por el argumento de muerte y venganza que toca al protagonista y que lo sume en una espiral de odio y destrucción hacia todo lo que le rodea. Por si fuera poco, el trabajo técnico de Remedy en aquellas dos maravillas fue extraordinario, creando una atmósfera nunca vista en un videojuego con tanto nivel de detalle (para la época). Cada paso que dábamos en cualquiera de los Max Payne era un viaje a un mundo sórdido con personajes a cuál más despreciable y con un toque cómic antológico.

Ahora bien, ¿por qué Max Payne y Max Payne 2 iban a merecer una actualización y vuelta al presente como la que se anuncia ahora? En este punto, hay dos razones fundamentales. La primera es que nos encontramos dentro de un escenario donde las remasterizaciones son el pan nuestro de cada día. Mafia, por ejemplo, ha sido una de la últimas franquicias en recibir un make-up completo así que esta franquicia protagonizada por Max Payne podía ser una perfecta candidata. Como lo ha sido Alan Wake, también de Remedy.

Max Payne.

Pero la verdadera razón por la que los dos juegos de Max Payne deben volver al presente es por la dignidad de la saga. Por limpiar su buen nombre, manchado por una horrible película de 2008, con el mismo título, y protagonizada por Mark Wahlberg. Esa infamia dirigida por John Moore es la responsable de que, en la actualidad, cuando alguien pronuncia el nombre de este juego muchos sientan como cierto desánimo y mal cuerpo que parece transmitirse a los propios videojuegos, cuando los pobrecitos no tienen culpa de nada.

Remedy y Rockstar al mando

La gran noticia de esta remasterización es que están al frente Remedy (el padre de la criatura) y Rockstar, que hará las veces de publisher que inyectará el dinero suficiente para llevarlo a buen puerto. Además, avisan de que no estamos ante una mera actualización rápida y ya está, sino algo mucho más profundo y de enjundia. Tanto que avisan que será tratado como un juego AAA de los que puedan estar trabajándose actualmente.

En este punto, el juego será desarrolado completamente sobre el Northlight Engine, el mismo que se ha utilizado en maravillas de la propia Remedy como es Control, por lo que así se aseguran un desarrollo técnico de los próximos dos Max Payne tan bueno como lo fueron los originales en su época. ¿Hay ganas verdad?


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