Las eGPU son como los teléfonos plegables: sí, pero no

El mercado de las gráficas externas o eGPU no acaba de despegar. A pesar de su potencial son pocos los que han acabado apostando por uno de estos dispositivos que permiten aumentar el rendimiento gráfico de los equipos. Tal vez se deba a que siguen siendo algo desconocidas o, simplemente, a que su precio no acaba de convencer.

eGPU y el mercado que no despega

La idea de usar gráficas externas surge hace ya algunos años, cuando aparecen nuevos estándares de conexión que permiten un mayor ancho de banda, nos referimos a Thunderbolt 2 y especialmente a Thunderbolt 3. Hasta entonces, cualquier cosa que necesitase una comunicación rápida y eficaz debía ir conectada a la placa base directamente, a las conexiones PCI. Porque USB, Firewire y similares conexiones externas no daban más de sí.

Con la llegada de Thunderbolt 3 todo esto cambio y tras las primeras propuestas de eGPU empezaron a llegar nuevos modelos más completos como la de Blackmagic, Asus, HP o las de Razer que siempre han estado muy bien enfocadas a ese sector gaming que tan bien controlan.

Y lo cierto que la propuesta era y sigue siendo genial. Porque poder aumentar la potencia gráfica de tu equipo sin tener que realizar cambios internos en sus componentes es interesante. Más aún si se trata de portátiles o equipos  All in one donde por facilidad o tamaño de sus componentes, estar soldados, etc., no resulta cómodo o directamente es imposible.

Claro que más allá de la conexión había también otro problema: el software. Windows era el sistema que mejor soporte dio siempre, y macOS tuvo que esperar a la llegada de versiones recientes para poder decir que es compatible de forma óptima. Aún así, es insuficiente pues las aplicaciones también deben ser capaz de exprimir ese extra de potencia y no está siendo así. Los desarrolladores no parecen querer o necesitar hacerlo, y ni si quiera la propia Blackmagic lo hace de forma completa con su aplicación DaVinci Resolve.

El precio dificulta el acceso a las eGPU

Estamos en 2020 y como decíamos, el mercado de las eGPU no acaba de despegar. eGPU.io, una de las webs especializadas en temas de gráficas externas con mayor actividad, es una de esas páginas que consulto cada cierto tiempo para ver cómo avanza todo. Y el problema me sigue pareciendo que al final siempre es el mismo: el precio.

Repasando la lista de eGPU actuales, valorando precios y cómo afecta al rendimiento directo de los equipos que hacen uso de ellas en los distintos sistemas operativos, aplicaciones, etc., lo tengo claro. Invertir en una eGPU sigue siendo algo poco rentable para la gran mayoría.

Más allá de usos muy concretos, y aún así habría que pensarlo bien, no merece la pena comprar una eGPU. Porque sin irse a los modelos más altos de gama, una gráfica externa (sólo la caja) suele costar entre 250 y 350 euros. Si le sumas la gráfica, ya sea Nvidia o AMD, habrá que sumar entre 200 o 300 euros más mínimo. Y aunque te vayas a modelos de gráficas más potentes, el rendimiento que se obtiene de ellas a través de estas cajas nunca es el mismo que si las conectaras de forma interna.

Por tanto, una inversión alta no compensa pues no exprimes el hardware. Y una inversión más moderada tampoco. De modo que es mejor, si lo que quieres es jugar, montarte un PC con los que invertirías en eGPU más gráfica.

Así que, aunque deseo que llegue elemento en que por precio y rendimiento compense esa inversión extra, si a día de hoy tenías pensado comprar una gráfica externa es mejor comprar o montarte tu propio PC. Como ocurre con los teléfonos plegables, no dudo que dentro de unos años serán una solución muy popular, pero ahora mismo: eGPU sí, pero no.


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