Pequeños que aspiran ser grandes: todo sobre los juegos Indie

Ori, uno de los juegos independientes más famosos.

Los juegos indie son, en sí mismos, un género que está presente en el mundo de los videojuegos prácticamente desde sus orígenes. Aunque no se los conocía de esa manera, prácticamente toda la industria nacional de los 8 bits de ZX Spectrum, MSX y Amstrad CPC, sobre todo, y algo menos en Commodore 64, es un inmenso granero de pequeños estudios que lograron cuotas de ventas extraordinariamente altas a pesar de sus recursos limitados.

En la actualidad, esos títulos independientes copan buena parte del mercado y han conseguido que millones de gamers en todo el mundo atiendan a un escaparate que no está devorado por esos AAA y grandes sagas que gastan presupuestos millonarios. Gracias en gran medida al trabajo de estos indies, se mantiene la llama de las buenas ideas, los planteamientos originales y la llegada de más estudios que con el tiempo consiguen afianzarse. Pero vamos a ir por partes, ¿no os parece?

¿Qué es un juego indie?

La palabra indie se da prácticamente por hecho que proviene del concepto de «juego independiente», es decir, un término que, como en el caso del cine, sirve para marcar que el origen de un producto no está en un estudio con presupuesto millonario, sino más bien en el de una compañía con muy pocos miembros y recursos técnicos y financieros. Obviamente, esa limitación trae aparejada una serie de características intrínsecas a estos juegos, que ni en duración ni en contenidos pueden equipararse con los grandes transatlánticos que llegan a las tiendas año a año: Call of Duty, FIFA, Assassin’s Creed, etc.

Otro de los elementos distintivos de un juego indie es su aportación al avance de la industria, creando nuevas formas de juego que casi siempre giran alrededor de ideas innovadoras y disruptivas. Es más fácil ver un gameplay realmente original dentro del ecosistema de estudios independientes que dentro de las compañías más grandes, ya que sus ataduras creativas no existen. Son, prácticamente en todos los casos, desarrollos con un alto contenido conceptual, que se pueden permitir el privilegio, incluso, de llegar a posicionarse ante cuestiones sociales y políticas.

Ahora bien, donde realmente sitúan buena parte de su éxito es, también, en la horquilla de precios en la que se mueven: lo normal es disfrutar de estas pequeñas obras de arte por precios que van desde los pocos céntimos hasta los 25 ó 30 euros. Es complicado ver un juego indie llegar a los 80 euros que marcan el mínimo de una novedad de PlayStation o Xbox. Eso sin contar que estos títulos están presentes (casi siempre) en una buena cantidad de plataformas al mismo tiempo, ya que no suelen exprimir al máximo las capacidades gráficas y tecnológicas del hardware más avanzado por lo que se trata de novedades completamente transversales.

¿Cuál es el origen del fenómeno indie?

Los juegos indies han tomado la denominación de origen hace relativamente poco, pero lanzamientos parecidos ya venían realizándose desde los años 80. Los primeros estudios formados por amigos para microordenadores de 8 bits, que distribuían de forma artesana sus casetes, o en los 90 gracias a los shareware de los primeros CD-ROM, allanaron el camino para que desarrolladores de un tamaño más pequeño del habitual dieran a conocer sus producciones.

Hasta Doom en su momento fue un juego indie.

Pero sin duda, el auténtico bum de los juegos indies comenzó con el estreno de Steam, la tienda digital de Valve para PC. Fue con ella cuando los pequeños estudios que no tenían forma de dar a conocer sus juegos empezaron a disfrutar de una ventana para llegar a millones de gamers en todo el mundo. Su trabajo, además de traernos las primeras joyas fuera de los circuitos de las grandes compañías, sirvieron para alimentar una escena que se mantiene hasta hoy en día aprovechando una de las características que más han ayudado a su expansión: el boca oreja.

PC no fue la única plataforma en la que los juegos indies empezaron a llegar. Wii, con su Wiiware, también ayudó a muchísimos creadores a lanzar sus pequeños juegos dentro de la tienda digital de una consola que había vendido decenas de millones de unidades. Prácticamente después, tanto Sony como Microsoft se dieron cuenta del filón que había en ese mercado y llegaron a respaldar programas de lanzamientos exclusivos de ciertos títulos independientes. Paradójicamente, dos gigantes se fijaban en los hermanos pequeños de la industria: PS Store y los ID@Xbox fueron el embrión de proyectos más ambiciosos que han llevado en España, por ejemplo, a la instauración de PlayStation Talents como forma de dar salida al talento nacional del desarrollo.

Gracias a la distribución online en formato digital, los estudios no tenían que invertir grandes cantidades de dinero en fabricar físicamente las unidades que más tarde deberían vender, lo que se traduce en una oportunidad inigualable para dar visibilidad a su trabajo que, en ocasiones, no ve benéfico alguno hasta que se convierte en un éxito.

¿Y en España qué?

La última década ha sido en nuestro país un ejemplo de cómo el panorama independiente ha servido para dar categoría a pequeños estudios que han logrado dar salida a sus proyectos y encaminar su profesión hasta convertir un sueño en realidad. Esas oportunidades han sido posible gracias al buen nombre que se ha creado la escena nacional en los últimos años, con juegos que han vendido suficientes unidades en formato digital como para permitirles recorrer el camino contrario al tradicional, ganándose a pulso el objetivo de ver publicados en formatos físicos para consolas sus trabajos.

Blasphemous, un genial indie español.

La lista de juegos indie que en los últimos años han conseguido encumbrar a sus creadores en España es muy larga y, seguramente, que cometamos alguna injusticia al mencionar solo unos pocos: son todos los que están, pero no están todos los que son. Así, podemos acordarnos del genial Unepic, del soberbio Gris, o de Maldita Castilla, Moonlighter, The Red Strings Club, God Will Be Watching, el sensacional Blasphemous o el divertidísimo, por original y bien pensado, Do Not feed the Monkeys. Todos ellos, y algunos más, han conseguido abrirse un hueco en el mercado y llegar más allá de nuestras fronteras hasta alcanzar cifras de ventas que no hubieran sido posible con un mercado offline, donde los desarrolladores tenían que acordar con publishers de todo el mundo precios de venta por juego y, sobre todo, hacerse cargo de los ingentes costes de fabricación de unidades físicas.

Títulos que han marcado el género

Sabemos que la lista de juegos indie que han marcado los últimos 15 años es extensísima pero nos hemos decidido por los que, en nuestra modesta opinión, pensamos que fueron los pioneros, o marcaron tendencia y el camino, abriendo modas y géneros que inspiraron a todos los que han venido más tarde. Y son estos…

World of Goo (2008)

Wiiware y Steam fueron las dos primeras plataformas a las que llegó este concepto simple pero divertidísimo de una especie de gotas pegajosas (Goos) que deben ir creando estructuras para alcanzar áreas de los mapas que forman cada fase. Su éxito le llevó más tarde a todas las plataformas imaginables… así que si no lo has jugado, estás tardando.

Minecraft (2009)

No hará falta añadir demasiado de este juego. Realizado por Mojang y lanzado en fase beta en 2009 (no tuvo su primera versión estable hasta 2011), rápidamente se convirtió en uno de los preferidos de los jugadores de todo el mundo. Luego vino la compra de Microsoft y el resto es historia: streamers, contenidos de la comunidad, spinoff aventureros, etc.

Limbo (2010)

Seguramente sea uno de los primeros en explorar caminos narrativos diferentes a lo que nos tenían acostumbrados los títulos AAA de las grandes empresas. Esa mezcla de jugabilidad propia, ambientación e historia le señalaron como el inspirador de una hornada de títulos que se mantiene hasta nuestros días. Inside, por ejemplo, es otro de sus discípulos pero hay muchos más.

Terraria (2011)

Con once años a sus espaldas, Terraria ha conseguido vender más de 35 millones de unidades sumando todas las versiones que ha tenido en ordenadores y consolas. Con un aspecto muy simple, esconde un desarrollo increíblemente divertido donde se mezcla la exploración, la artesanía, la construcción de estructuras y el combate cuerpo a cuerpo.

The Binding of Isaac (2011)

Sin duda, estamos ante uno de los juegos que marcan el camino de eso que llaman roguelikes. Este Sacrificio de Isaac, inspirado en el mismo episodio de la Biblia, nos lleva a un título donde los escenarios se generan aleatoriamente cada vez que iniciamos la partida, aunque va dejando ciertos elementos que aprendemos con cada nueva reencarnación. Su componente RPG nos permite manejar al personaje y llevarlo por los caminos que más nos gusten dentro de un título 2D muy sencillo pero con un apartado artístico tan atractivo como desagradable.

FEZ (2012)

Estamos ante uno de los juegos más divertidos y originales que, a pesar de su apariencia completamente 2D, esconde un desarrollo tridimensional. ¿Cómo lo hace? Recurriendo a perspectivas imposibles de los escenarios, que es por donde se mueve ese cabezón unido a un pequeño cuerpo pixelado. La posibilidad de girar los mapas 90º para acceder a nuevas zonas hacen de él un referente en lo que al tratamiento gráfico se refiere, sobre todo cuando el estudio responsable no apuesta por un motor gráfico de última generación.

Hotline Miami (2012)

Este título fue uno de los grandes éxitos del panorama indie en los estertores de la generación PS3/Xbox 360 y la nueva de PS4/Xbox One, aunque fue el PC sobre todo su campo de operaciones. Con una perspectiva cenital que recuerda a la de los dos primeros GTA, el título es una escabechina constante con nuestros protagonistas abriéndose paso por un mapa infestado de enemigos y jefes finales. La acción trepidante, ese aire retro a juego de NES y la ambientación ochentera hicieron el resto.

Ori and the Blind Forest (2016)

Prueba de la importancia del sector indie en los videojuegos es este Ori and the Blind Forest del programa ID@Xbox de Mrosoft. Un juego de plataformas, en apariencia, que más tarde va cogiendo elementos de los Metroid con mapas que no podemos visitar hasta que mejoramos al personaje. Como buen título independiente su narrativa es uno de sus puntos esenciales, así como algunos modos de juegos realmente interesantes y trabajados. Tuvo una continuación (algo menos indie) digna sucesora del título original.

Stardew Valley (2016)

Esta maravilla, programada por una sola persona, es la demostración de cómo disponer de una escena indie permite al talento abrirse paso cuando desarrolla juegos como extraordinarios: gestión, farmeo, cierta narrativa, un desarrollo extraordinariamente medido pero a la vez abierto y un componente social que le permitió triunfar en PC. Luego llegaron adaptaciones para todas las plataformas que podáis imaginar.

Cuphead (2017)

Otro de los títulos del famoso ID@Xbox de Microsoft que ha cautivado a millones de jugadores en todo el mundo. Se trata de un viejo cartoon de los años 30 del siglo pasado convertido en videojuego, con dibujos animados de una calidad extraordinaria, unos enemigos finales increíblemente complicados y una ambientación que nos hace pensar que estamos protagonizando un capítulo de alguna serie de TV. Es más, a principios de 2022, Netflix ha lanzado una miniserie inspirada en el juego que tenéis para PC, Xbox y Nintendo Switch.

Dead Cells (2017)

El concepto roguelike o metroidvania llevado hasta el extremo, un título que no empieza a tener sentido hasta el instante en el que morimos, lo que se convierte en el comienzo de la partida. Su objetivo es ir abriendo y recuperando secretos mientras morimos una y otra vez, repitiendo niveles que se generan aleatoriamente con un virtuosismo que engacha y que nos invita a seguir probando hasta que nos sale una mano de armas y objetos suficientemente buenos como para llegar a los niveles más altos.

Return of the Obra Dinn (2018)

Creado por Lucas Pope, este juego es un ejemplo de riesgo y diseño de ideas disruptivas por las que ningún estudio aceptaría arriesgar. La aparición de un misterioso barco en un puerto años después de su desaparición será el punto de partida para un juego que nos empuja a descubrir qué es lo que pasó. La narrativa, recreada con gráficos prácticamente vectoriales (que podemos adaptar en color y textura) nos lleva de flashback en flashback por todas las estancias de la embarcación hasta que ordenamos los recuerdos y ponemos sentido a todas las pistas que nos dan. Una auténtica obra maestra.


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